Prevención de la cascada terapéutica
Entrevistamos a nuestra Directora Clínica, Susana Ríos, sobre la prevención de la cascada terapéutica, un problema que detectamos a menudo en nuestros pacientes y que tiene unas consecuencias clínicas que podemos controlar con el método Teryos
¿Qué es una cascada terapéutica?
Se produce cuando se prescribe un nuevo medicamento para tratar los signos o síntomas que surgen de un efecto adverso de otro medicamento en uso, que no han sido reconocidos como tales y se interpretan por error como un nuevo trastorno.
Como consecuencia, se aumenta el riesgo de desarrollar efectos adversos relacionados con el nuevo medicamento potencialmente innecesario.
El riesgo a desarrollar reacciones adversas aumenta con la polimedicación y la edad, y no sólo se producen al inicio del tratamiento, sino que pueden desarrollarse en el curso de tratamientos de larga evolución.
¿Me podría poner algún ejemplo?
Hay muchos ejemplos de fármacos implicados en el inicio de una cascada terapéutica, algunos de ellos muy utilizados, como los AINES, cuyos efectos sobre la tensión arterial, sobre todo en pacientes mayores, aumentan las probabilidades de iniciar una terapia antihipertensiva.
La metoclopramida, un antiemético, puede causar sintomatología que se confunde con Parkinson, con lo que las posibilidades de iniciar una terapia con Levodopa se triplican según algunos estudios. O los diuréticos tiazídicos utilizados en tratamientos antihipertensivos, que incrementan el riesgo de prescripción de un tratamiento para la gota.
¿Y qué se puede hacer para evitarlo?
Teniendo en cuenta que hay muchos fármacos que pueden desencadenar una cascada terapéutica y, que el riesgo es mayor cuando los pacientes son pluripatológicos, polimedicados, etc. Lo ideal es intentar prevenirla, ese es el reto.
Dentro de nuestro método de diagnóstico y tratamiento Teryos, contamos con un plan de detección y control de problemas derivados de un uso inadecuado de tratamientos farmacológicos.
Tenemos que tener siempre presente que, la prescripción de un segundo medicamento para contrarrestar el efecto adverso de otro, sólo se debería producir después de una valoración exhaustiva y cuando los beneficios de continuar con el primer medicamento sean superiores a los riesgos de desarrollar efectos adversos adicionales al añadir el segundo.
¿Cómo controlan y previenen en sus centros médicos este tipo de situaciones?
Frecuentemente en nuestras Unidades de Medicina Clínica Funcional nos enfrentamos a este tipo de situaciones con nuestros pacientes, ya que una gran parte presentan dolor crónico tratado con más de un fármaco analgésico y otro tipo de fármacos coadyuvantes como ansiolíticos, antidepresivos, hipnóticos, neurolépticos, etc., además de los tratamientos para alteraciones como hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, etc.
Dentro del área de Farmacología Clínica del Método Teryos contamos con una planificación sistemática para el manejo de la medicación de los pacientes basada en los siguientes puntos clave:
- Una vez que el paciente llega a nosotros, hacemos una revisión y ajuste farmacológico exhaustivo, teniendo en cuenta los mecanismos de acción de los fármacos que toma, interacciones, pauta, dosis, cómo los ingiere y todo tipo de variables individuales que puedan afectar….
- Es necesario informar a los pacientes sobre la forma de tomar cada fármaco y los posibles efectos adversos que le pueden ocasionar e indicarles, que si aparecen, nos lo comuniquen inmediatamente.
- Consideramos que los nuevos signos y síntomas pueden ser una consecuencia de cualquier tratamiento farmacológico, especialmente si se ha instaurado recientemente.
- Antes de iniciar cualquier nuevo tratamiento, revaloramos su necesidad.
- Y en general, cuando prescribimos medicación, siempre que sea posible, iniciamos cualquier tratamiento con dosis bajas y vamos incrementando la dosis paulatinamente para limitar los efectos adversos del mismo.
Debemos prescribir de forma estratégica, vigilar los efectos adversos, preocuparnos por conocer a fondo los mecanismos de acción de los fármacos, ser prudentes con los nuevos medicamentos y las nuevas indicaciones, establecer con el paciente unos objetivos comunes consensuados con sus expectativas, explicándole que se irá valorando en el tiempo la necesidad e idoneidad del tratamiento, así como la eficacia y seguridad del mismo, y siempre considerar la finalidad del tratamiento farmacológico en un plazo determinado de tiempo.
Una vez estabilizada la sintomatología con nuestros tratamientos, realizamos siempre una retirada progresiva y gradual de la medicación inicial del paciente, que se inicia habitualmente a lo largo de la fase 2 y 3 del Método Teryos.
En definitiva, nos toca retomar el principio de “primum non nocere” (ante todo, no dañar), replantearnos prácticas que son poco efectivas o que provocan un deterioro en el estado de salud general del paciente.